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northern sky

pasaba por aquí

perdido dentro de mí...

La tristeza no siempre llega con previo aviso. Hay veces que te coje totalmente desprevenido. Así ha llegado hoy. No es algo que sea siempre así.

Pueden ser cinco minutos de tristeza...luego se va...se esconde cerca...y cuando cree que puede volver a hacer daño vuelve. Hay un motivo claro. Esta vez sí. Otras veces estoy triste simplemente porque sí, porque no le veo sentido a muchas de las cosas que hago, a la vida que llevo, al camino elegido...Pero no, esta vez...esta vez sé porque es.
Me ha escrito un e-mail para decirme que se va. No, no al fin del mundo, pero que se aleja. Y...bueno...no sé por qué ponerme así...puesto que es algo normal. Pero supongo que todo esto entra dentro de la irracionalidad de los sentimientos.

Sí, ya sé que estabas lejos. Que incluso fue por mí que nos alejamos más. Pero hoy me has sorprendido. Me alegro mucho por tí, pero no puedo dejar de sentir que estoy perdiendo algo, que una parte de mí se va...
Ahora escucho aquella canción...si, aquella en la que Robert Smith se arrepiente de ciertas decisiones de su vida.
Yo no me arrepiento. Me siento estúpidamente triste. Y digo estúpidamente porque soy como el niño pequeño que no se acuerda del juguete con el que tanto se divirtió hasta que un día, harto de jugar con los más nuevos, quiere jugar con aquél y encuentra que ya no lo tiene, que desapareció sin darse cuenta. Sí, quizá si que se dió cuenta, pero no quiso hacer nada al respecto. No oyó los gritos de desesperación mientras el juguete poco a poco se alejaba.
Juguete...ojalá fuera algo así, pero no, es más importante.

Un niño caprichoso. Un niño...que no crece. Un niño perdido...que tiene miedo de equivocarse y de hacer daño.

Supongo que la vida va de esto. Tener juguetes...que desaparecen, aprender a vivir con ello y lo que significa..., pero mientras tanto...duele tanto....

Mucha suerte...

una noche más, una noche menos...

una noche más, una noche menos... Pues otra vez me dan las tantas de la madrugada delante del ordenador. La verdad que siempre hay una excusa para ello. Hoy era porque porfin me ha llegado el ADSL. La verdad que me ha hecho muchísima ilusión. Casi que por un momento he sentido la misma ilusión que tienes cuandos eres niño y te hacen los regalos de navidad. Suena un poco estúpido, no? Algo tan...banal como una conexión ADSL y...mira...pero soy así, que le voy a hacer. En todo caso...nada, que otra vez, las 4:25h...otro día perdido...otra noche sin dormir...No me gusta este ritmo de vida. Quisiera ser diferente y hacer las cosas..."bien"? Bueno, como mínimo de otra manera.
Estoy en París desde hace casi dos meses y..aunque me lo estoy pasando bien, tengo la sensación de que hay algo que no estoy haciendo bien, que estoy fallando en algo. Supongo que noches como esta son las que hacen que me sienta así...pero no, no creo que sea sólo eso. Es también esa extraña sensación de notar como el tiempo se escurre entre mis dedos y no hago nada, ni para evitarlo ni para usarlo de otro modo. Sí, quizá es que estoy harto de mañanas en la cama, tardes de resaca,y noches perdidas entre humos, música y bebidas. Claro, que decir todo esto también es fácil, porque luego soy elp primero en apuntarme a cualquier bombardeo.
No sé...en todo caso...no, no estoy contento conmigo mismo. Tenía una oportunidad de hacer algo y he preferido hundirme en mi pereza y buscar cualquier excusa para justificar tal elección. Lo que más me duele es pensar que hay gente que cree en mí...y yo...desgraciadamente, no soy más que un fraude. Un puto engaño. Algo que aparenta ser lo que no es. Porque debajo de la máscara no hay nada. Mejor dicho, si que hay, hay la NADA.

Al menos esa nada ahora estará más llena de múscia que nunca. Con un mega de capacidad del ADSL que tanto he deseado, ahora podré hacer realidad todos mis deseos (musicales, claro). Pero aún así, después de más de 4 horas de conexión...sigo sintiendo la nada.
Creo que era en "La historia interminable" que "La nada" se iba comiendo aquél mundo de fantasia, no? Sí, creo que sí. Pues lo que me corroe por el interior viene a ser algo bastante parecido. Lo que pasa que no se si es algo que ha ido creciendo poco a poco, o si siempre estuvo ahí, bien presente, y atento para dejarse manifestar cada vez más y más...

Mañana tengo muchas cosas que hacer. Y no he preparado nada. Lo peor es que me quedo igual de tranquilo...no sé... es todo tan extraño...Quizá esté viviendo un sueño? No, sería demasiado bonito. Sería un perfecto "happy end" para cualquier telediario o película de turno (cada vez hay menos diferencias entre los unos y los otros). No, aquí no hay "happy end". Aqui no hay alegrías. Aquí hay la nada...

Y para acabar, dejando de lado cualquier intento de originalidad, citemos al amigo Neil Young. "It's better to burn out than to fade away" Sí, lo sé, muy típico y tópico. Pero es que en la nada no ha sitio para la originalidad. Faltaría más!

Mirando atrás

Viento. Esa es la primera palabra que me viene a la cabeza cuando pienso en mi pueblo. Un viento fuerte y endemoniado que juega con los hombres casi como si fueran naipes y los hace mover a su antojo, así lo recuerdo.
Ahora que vuelvo al pueblo, a casa, me parece que el viento ya no tiene aquel ímpetu, claro que cuando uno es pequeño ve las cosas a través de un cristal que todo lo deforma y exagera, de modo que quizás ese viento que recuerdo es el mismo que sopla a mi regreso. En todo caso la sensación que tengo es que este viento es mucho más flojo y cansado que el que me hacía volar en mi infancia.

Volver al lugar donde pasé los primeros años de mi vida siempre genera una serie de sentimientos contradictorios en mí. Por un lado emoción, por ver sitios que hace años perdí de vista, por recordar momentos que con los años han quedado cubiertos por la neblina del tiempo y del olvido. Pero al mismo tiempo también me siento invadido por una sensación de nostalgia y pena. Me doy cuenta de todo lo que quedó atrás, y de la inocencia perdida con el transcurrir de los años, y es que el paso del tiempo es implacable.

El antiguo colegio, ahora en ruinas, el bosque, las playas, la plaza… todos los lugares están llenos de recuerdos que me asaltan a cada paso que doy.
Es en estos momentos cuando empiezo a preguntarme por toda esa gente que un día conocí y que luego, con el paso de los años, fueron quedando atrás, hasta desaparecer por completo de mi vida. Si, no puedo evitar preguntarme “¿Qué habrá sido de ellos?”, de Miguel, de Albertito, de Dani y sus hermanos… Con unos perdí el contacto porque se fueron del pueblo, con otros fue simplemente por “evolución”: la amistad se va perdiendo poco a poco, sin saber cómo, hasta que llega un día en que quien antes era tu mejor amigo es casi un perfecto desconocido. Supongo que es ley de vida, pero en el momento en que te paras a pensarlo la pena te invade, y es imposible no sentirse triste, e incluso algo abatido. Y es curioso, porque toda esa nostalgia y tristeza no me disgusta. Casi podría afirmar que me siento bien estando triste y recordando el pasado, es algo irracional, pero no lo puedo evitar.

Por suerte, o desgracia, luego, cuando vuelvo a la vida normal, el día a día rápidamente borra esos pensamientos de mi cabeza, y la pena se va, hasta la próxima visita al pueblo. Fue bonito mientras duró.

4:35 A.M.

“Se ilumina la pantalla y aparece un joven en un lavabo. El joven soy yo. Me estoy masturbando enfrente del espejo. Unos minutos de tensión muscular y…ya está, me corrí. El semen fluye lentamente hacia el sumidero. Me miro en el espejo y me busco a mí mismo preguntándome qué hago a las tres y pico de la madrugada de un día entre semana cascándomela sin pena ni gloria. Es entonces cuando empiezo a reflexionar sobre el sentido de la vida y el de mi presencia en este planeta.”

Sí, vale, lo sé. Empezar un e-mail con este tipo de paranoias es un poco fuerte. Perdona. Son las confianzas que, ya sabes, dan asco. Bueno, quizá también hay que tener en cuenta las birras, que ya llevo unas cuantas. ¡Y los porros! Aunque no tantos como yo desearía. No, hoy no ha habido coca. Mejor así. Además, la economía tampoco da para mucho más, y éste último mes nos hemos pasado un poco. La vida de estudiante tiene estas cosas, qué te voy a contar, ¿no?
Pues nada, otra vez aquí, son un poco de las cuatro de la madrugada y estoy frente a la pantalla del ordenador. Esa paranoia con la que he empezado es parte de cómo me imagino la película de mi vida, era la escena inicial. ¿Qué te parece? No está mal, ¿no? ¿Crees que se podría incluir dentro del movimiento Dogma? Mmm…yo creo que Von Trier me pagaría millones por la idea…jejeje, ¿porqué no?

La noche me encanta, creo que es el mejor momento del día. Sí, y en especial la madrugada, su silencio, su tranquilidad…quizá es eso lo que me impulsa a escribirte casi siempre a estas horas. No sé porque pero es en estos momentos cuando me siento más lúcido. También es cuando puedo sacar a pasear mis fantasmas interiores sin miedo a que sean vistos por alguien. Es un alivio enorme, no te lo puedes ni imaginar, porque llega un momento en que si no los sacas un rato ellos te empiezan a devorar por dentro. Entonces sí que estás perdido.
El otro día me dijiste que estabas rayada y que, por tanto, te costaba estudiar, ¿no? Eso ya suele pasar, y no sabemos porque pero también suele coincidir con épocas de exámenes, es una especie de "¡y ahora, más difícil todavía!".
Las rayadas mentales van a épocas, o al menos así me pasa a mí. Quizá las causas estén siempre ahí, en la trastienda del alma, pero hay momentos en que consigues mantenerlas bien guardadas y otros en que salen afuera sin siquiera pedir permiso (y acostumbran a pillarnos en los peores momentos) Lo mío también va a épocas. Las hay en que puedo pasar sin pensar demasiado en ello y otras en que simplemente no puedes dejar de darle vueltas al asunto. En fin, supongo que eso son grandezas de la psicología humana.

Hoy he vuelto a discutir con ella. Hemos seguido el proceso habitual: un tema cualquiera, opiniones diferentes, casi irreconciliables, de ahí hemos pasado a los reproches personales, luego a echarnos en cara nuestros defectos y finalmente hemos acabado gritándonos y pidiendo la cuenta para poder irnos lo más pronto posible. A pesar de todo, sigo sin estar seguro de si la quiero o no.
Supongo que visto desde fuera todo resulta más claro y sencillo, ¿no? Ya, lo sé. Imagino que la mejor solución para los dos sería dejarlo. No sé si de una manera definitiva pero sí durante un tiempo. Lo sé, joder, ¡claro que lo sé! Pero tú no te puedes ni imaginar lo difícil que es. Son tantos años, tantas ataduras, reales e imaginarias, tantos recuerdos, amigos, sueños…Cuesta darse cuenta de que tu pequeño mundo se está cayendo a pedazos. Incluso cuando caen los cascotes más grandes encima de tu cabeza intentas disimular el dolor y finges no haber sentido nada. Finges que todo sigue igual, que todo sigue… ¿bien? Fingir es un verbo que expresa bastante bien la situación; aunque no sé porque eso es algo que siempre me recuerda a las escenas de sexo de las películas americanas. En fin, otra de mis estúpidas asociaciones de ideas, perdona.

Últimamente no hago más que pensar en todas esas cosas que quisiera hacer y que no estoy haciendo. Me da mucha rabia. Estoy como paralizado. Soy un ser totalmente pasivo. Veo cómo el mundo se mueve a mí alrededor y soy incapaz de reaccionar. Y no por falta de proyectos, no. Creo que me faltan ganas de vivir. No sé cuando las perdí, pero debió de ser en una de esas curvas pronunciadas por donde me ha llevado la vida. El caso es que no las consigo encontrar, y cada vez me siento más angustiado y a la vez harto de todo.

No sé que quiero ser. Vale, sí, estoy estudiando una carrera, pero tú y yo sabemos que no encontraré nada relacionado con esto. ¡Joder, es que es tan triste! ¿Te tiras más de cuatro años en la universidad para qué? El sistema es un puto engaño. ¿O no? Sí, puede que sea culpa nuestra, por creérnoslo todo.
Sé que nunca llegaré tener el mismo nivel de vida que tengo ahora viviendo con mis padres. Sé a la perfección que después de ellos todo irá a peor. Tengo la certeza de ello. ¡Joder! ¿Qué tipo de esperanzas puedo albergar yo en este podrido mundo pensando eso? Ya te lo digo yo, no tengo esperanzas. Como dirían los Sex Pistols, “there’s no future”, y yo estoy convencido de ello.
Me pregunto si esta forma de ser, un tanto autodestructiva, afecta mucho a mi relación con ella, quizá sí, aunque nunca se ha quejado de ello. Eso sí, de otros aspectos de mi personalidad si que lo ha hecho, y con frecuencia. Pero no puedo hacer nada para evitar mi forma de ser. De hecho no me gusta como soy, mi personalidad. He intentado cambiar, adoptar nuevos comportamientos, controlar mis reacciones, sonreír cuando en realidad querría llorar, llorar cuando quisiera reír, quedarme al lado de alguien cuando en verdad me gustaría huir, o al menos evadirme: poder estar ahí pero sin ser consciente de ello, ser una especie de zombi.

¿Sabes cual es una de mis dudas más grande sobre la vida que tengo? El amor. ¿Qué es el amor? Te juro que lo he intentado conocer. Es que de hecho, desde que naces que es casi lo más importante, lo que quieres encontrar a toda costa. Incluso piensas que vives rodeado de él, que todo el mundo lo tiene y que tú eres el único desgraciado que aún no. Pero las cosas no son así. Después de todo lo que he vivido, de mis experiencias, he llegado a la conclusión que el amor no existe. Es un ideal que hemos creado para justificar estados de ánimo, y estos no tienen porque ir siempre ligados a la felicidad. Siempre llega un momento en que lo que sientes por una persona empieza a morir. Primero llega un día en que al verla ya no sientes nervios, ni nudos en el estómago, ni nada. Luego es cuando hacer el amor se vuelve más fatigoso y notas que incluso te vuelves remolón cuando se plantea hacerlo. A eso lo llaman perder la pasión, y para intentar sentirte menos mal te cuentan que es algo normal, y que lo que viene luego es incluso mejor: el cariño, la compresión, etc. Los nombres poco importan, pues esconden siempre la misma sensación: falta de pasión.
El final es cuando tus fantasías dejan de estar protagonizadas por tal o cual actriz, cantante, o chica de revista, y pasan a serlo la compañera de trabajo, la vecina del segundo o la amiga de toda la vida. Así que por favor, que no me hablen más del amor y de sus bondades, el amor no existe, así como tampoco existe Dios ni la felicidad. Todo son utopías para hacer más soportable esta vida, sueños inalcanzables, pero que aún así nos emperramos en ir tras ellos, saltando desde los precipicios más alto si es necesario.
También la amistad es un engaño. Aunque en menor media, pues la amistad realmente sí que la llegas a conocer, pero la pierdes pronto, más o menos cuando se acerca el cuarto de siglo. Es ahí cuando te das cuenta de los amigos ya no son como antes, que todo se ha envilecido por el egoísmo que nos corroe a todos. Sí, y el mío el primero, y tú lo conoces bien.
Tienes amigos cuando vas a EGB, los vas perdiendo en el instituto, y se van a tomar por culo en la universidad. Luego los que quedan bajo el adjetivo “amigos”, ya no son como antes. Lo sabes y lo notas. ¿Ves? Una vez más encuentro algo que forma parte de mí y que no me gusta. Algo que querría arrancar de mi interior y lanzarlo al fondo del mar. Pero no puedo, siempre estará ahí conmigo.

¿Porque nos bombardean siempre con cosas que jamás alcanzaremos? Amor, amistad, felicidad… nada, nada, nada. Todo eso no hace más que llevarnos directos a la infelicidad. Ahí acabamos todos, más tarde o más temprano. Más o menos drogados, sedados por ilusiones que jamás alcanzaremos. Triste destino, pero tan cierto cómo que ahora mismo me siento justo en ese lugar. En el mismísimo centro del País de la Infelicidad.

Que hace poco haya sido mi cumpleaños debe de tener algo que ver mi estado de ánimo, suele ser la fecha que escojo para hacer repaso mental acelerado de mi vida. Mis repasos me llevan a añorar cada vez más un pasado del que me alejo de manera inexorable y cada vez a un ritmo más acelerado. Echas de menos la seguridad que sentías cuando ibas al colegio y sabías que los próximos diez años seguirías allí, y que luego ante ti no se presentaría la oscuridad de la nada. También echas de menos la protección de tus padres, el sentimiento auténtico de amistad, los amigos, por los cuales harías lo que fuera y viceversa. Todo eso ya no existe. Y la búsqueda del amor…eso tampoco, pues ya has comprobado que eso nunca existió.

A pesar de todo esto que te estoy diciendo…en lo más hondo de mí, hay una pequeña esquinita del alma que sigue queriendo creer en el amor. Es del mismo tamaño de la que quiere seguir creyendo en que el capitalismo tendrá fin y que será posible, por fin, una revolución que conduzca al final de este sistema. ¿Quizá soy un terrorista y nadie se da cuenta de ello? Quizá sí. ¡Que venga la policía del Pensamiento, pues soy culpable de pensar y de desear que todo cambie! Que todo desaparezca, porque, porque…cuando todo desaparezca, entonces...quien sabe, a lo mejor es entonces cuando podremos encontrar el auténtico amor.
¿Lo ves? Mi pequeña esquinita me vuelve a traicionar. Y así siempre. Debe ser algo totalmente inherente a la condición humana. Sí, es la única explicación que puedo dar.
Tuve una época, la más dura de mi momento “el amor no existe”, en que creí que podría follar con cuantas tías quisiese y sin que nunca nada de eso implicase sentimientos. Y…estuve a punto de conseguirlo. Pero finalmente tampoco eso funcionó. Lástima, porque estuve realmente cerca. El peso de la cultura humana es demasiado fuerte aún. Puede que dentro de unas generaciones ya no exista ese problema. Dentro de mil años ya nadie vivirá atormentado por el amor. La realidad se habrá impuesto y será algo totalmente olvidado y sin sentido.
Bien podría pasar eso o que simplemente ya no existieran humanos porque todos fueron suicidándose al darse cuenta del engaño en el que vivían. No, me equivoco, soy demasiado optimista, siempre habrá algún aprovechado hijo de puta dispuesto a seguir con vida con tal de ganar pasta vendiendo balas a todo aquél que quisiera volarse la tapadera de los sesos.