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La plaza y el artista

Desde que Nazario llegó a la Plaça Reial las cosas han cambiado mucho. Poco queda ya de aquellos años en que era un lugar a evitar, un punto negro de aquella Barcelona gris y triste, lejana aún de la “fiebre olímpica” que todo lo transformó, tanto para bien como para mal.
Nazario sabía lo que buscaba en aquél lugar: la vida en estado puro, la vitalidad de la gente que vive el día a día, pensando en que hacer por la mañana para poder comer a mediodía.
Allí el artista ha encontrado inspiración para sus obras, y así lo ha ido reflejando a lo largo de estos años. Creaciones que muestran la transformación de la plaza, su paso de lugar conflictivo a, más o menos, apto incluso para turistas.

Bajo los arcos de la plaza las terrazas y los turistas. En medio de la plaza una fuente, llamada de las Tres Gracias (diseñada por Gaudí), y bancos, muchos bancos. En ellos descansa gente de todo tipo, desde el “guiri” más hortera que uno pueda imaginar hasta el vagabundo del barrio. Pero como reconoce Nazario, “la gente que antes rondaba por la plaza se fue”. Efectivamente, los antiguos “inquilinos” habituales de la Plaça Reial ya no están. Marcharon ante la presión del Ayuntamiento para “limpiar” el lugar. Por eso las cosas han cambiado en la Plaça Reial, por eso ya no es la misma sitio a la que llegó Nazario hará unos 20 años. Y claro, él tampoco es el mismo. Al igual que la plaza, el autor ha evolucionado. ¿A mejor o a peor? En ambos caos se hace difícil llegar a una conclusión. Simplemente son diferentes.

Sí, puede que la plaza haya perdido algo de la vitalidad “canalla” del pasado, pero lo que ha conservado, sin embargo, inalterable a todos los cambios es su encanto natural.
La Plaça Reial es un espacio abierto que acoge al visitante y lo envuelve en la sombra de sus arcos, lo cobija bajo sus palmeras y lo refresca con el agua de su fuente. Eso debe explicar que la plaza sea un lugar tan apreciado. Da abrigo a la vida misma.

Pase lo que pase parece claro que la plaza será así siempre. Pasarán los años y esos arcos y esos edificios seguirán atrayendo a todo tipo de gentes. Y aunque los de hoy no sean los mismos de ayer ni los de mañana, seguro que siempre habrá entre ellos algún “Nazario” dispuesto a contar y a dejar constancia del paso del tiempo y de la vida por la Plaça Reial.

1 comentario

Biafra -

Que sepas q te leo y espero tus actualizaciones